En esta web aparecerán semanalmente la evaluación y evolución de las tareas encomendadas en la web del IES Gonzalo Chacón para las asignaturas impartidas por Arturo: Latín y Griego II, Griego I, Cultura Clásica y Geografía e Historia de 1ºA, y las que imparte Rodrigo: Latín I y Latín de 4º E.S.O
Última parte de la Cuarentena:
de San Isidro hasta fin de curso
Cuando toda la escalera debajo
fue subida y fuimos en el escalón superno,
en mí fijó Virgilio los ojos
y dijo: "el fuego temporal y el eterno
has visto, hijo; y has llegado a la parte
donde yo por mí más allá no discierno.
Aquí te traje con ingenio y con arte;
tu deseo ahora en más será tu conductor;
fuera estás de las rudas vías, fuera de las estrechas.
Mira el Sol que en la frente te reluce;
mira las hierbas, las flores y las frondas
que aquí la tierra por sí sola produce.
Mientras que lleguen alegres los ojos bellos
que, lagrimeando, venir a ti me hicieron,
sentarte puedes y puedes pasear por estos.
No aguardes mis palabras ni tampoco mis gestos;
libre, recto y sano es tu arbitrio,
y sería errado no obrar a su mando:
por lo que yo a ti sobre ti te corono y mitro."
Dante. Divina Comedia. Purgatorio. Canto XXVIII. Final
>> Gustave Doré. Divina Comedia.

"Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higía y Panacea y pongo por testigos a todos los dioses y diosas, de que he de observar el siguiente juramento, que me obligo a cumplir en cuanto ofrezco, poniendo en tal empeño todas mis fuerzas y mi inteligencia.
Tributaré a mi maestro de Medicina el mismo respeto que a los autores de mis días, partiré con ellos mi fortuna y los socorreré si lo necesitaren; trataré a sus hijos como a mis hermanos y si quieren aprender la ciencia, se la enseñaré desinteresadamente y sin ningún género de recompensa.
Instruiré con preceptos, lecciones orales y demás modos de enseñanza a mis hijos, a los de mi maestro y a los discípulos que se me unan bajo el convenio y juramento que determine la ley médica, y a nadie más.
Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mi entender, evitando todo mal y toda injusticia. No accederé a pretensiones que busquen la administración de venenos, pesarios abortivos ni sugeriré a nadie cosa semejante.
Pasaré mi vida y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza. No ejecutaré la talla, dejando tal operación a los que se dedican a practicarla.
En cualquier casa donde entre, no llevaré otro objetivo que el bien de los enfermos; me libraré de cometer voluntariamente faltas injuriosas o acciones corruptoras y evitaré sobre todo la seducción de mujeres u hombres, libres o esclavos.
Guardaré secreto sobre lo que oiga y vea en la sociedad por razón de mi ejercicio y que no sea indispensable divulgar, sea o no del dominio de mi profesión, considerando como un deber el ser discreto en tales casos.
Si observo con fidelidad este juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí la suerte contraria."
Juramento Hipocrático Clásico >> Estatua de Asclepio. Ampurias.


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Homero y su guía. 1874.
William-Adolphe Bouguereau
«¡Óyeme, tú que llevas arco de plata, proteges a Crisa y a la divina Cila, e imperas en Ténedos poderosamente! ¡Oh Esmintio! Si alguna vez adorné tu gracioso templo o quemé en tu honor pingües muslos de toros o de cabras, cúmpleme este voto: ¡Paguen los dánaos mis lágrimas con tus flechas!»
Tal fue su plegaria. Oyola Febo Apolo, e irritado en su corazón, descendió de las cumbres del Olimpo con el arco y el cerrado carcaj en los hombros; las saetas resonaron sobre la espalda del enojado dios, cuando comenzó a moverse. Iba parecido a la noche. Sentose lejos de las naves, tiró una flecha, y el arco de plata dio un terrible chasquido. Al principio el dios disparaba contra los mulos y los ágiles perros; mas luego dirigió sus mortíferas saetas a los hombres, y continuamente ardían muchas piras de cadáveres.
Durante nueve días volaron por el ejército las flechas del dios. En el décimo, Aquiles convocó al pueblo a junta: se lo puso en el corazón Juno, la diosa de los níveos brazos, que se interesaba por los dánaos, a quienes veía morir. Acudieron éstos y, una vez reunidos, Aquiles, el de los pies ligeros, se levantó y dijo:
«¡Atrida! Creo que tendremos que volver atrás, yendo otra vez errantes, si escapamos de la muerte; pues si no, la guerra y la peste unidas acabarán con los aqueos. Mas, ea, consultemos a un adivino, sacerdote o intérprete de sueños—también el sueño procede de Júpiter,—para que nos diga por qué se irritó tanto Febo Apolo: si está quejoso con motivo de algún voto o hecatombe, y si quemando en su obsequio grasa de corderos y de cabras escogidas, querrá apartar de nosotros la peste.»
Iliada. Homero. Canto I. vv. 37-67
"Además de todos estos males, fue también causa la epidemia de una mala costumbre, que después se extendió a otras muchas cosas y más grandes, porque no tenían vergüenza de hacer públicamente lo que antes hacían en secreto, por vicio y deleite. Pues habiendo entonces tan grande y súbita mudanza de fortuna que los que morían de repente eran bienaventurados en comparación de aquellos que duraban largo tiempo en la enfermedad, los pobres que heredaban los bienes de los ricos no pensaban sino en gastarlos pronto en pasatiempos y deleites, pareciéndoles que no podían hacer cosa mejor, no teniendo esperanza de gozarlos mucho tiempo, antes temiendo perderlos en seguida y con ellos la vida. Y no había ninguno que por respeto a la virtud, aunque la conociese y entendiese, quisiera emprender cosa buena que exigiera cuidado o trabajo, no teniendo esperanza de vivir tanto que la pudiese ver acabada, antes todo aquello que por entonces hallaban alegre y placentero al apetito humano lo tenían y reputaban por honesto y provechoso, sin algún temor de los dioses o de las leyes, pues les parecía que era igual hacer mal o bien, atendiendo a que morían los buenos como los malos, y no esperaban vivir tanto tiempo que pudiese venir sobre ellos castigo de sus malos hechos por mano de justicia, antes esperaban el castigo mayor por la sentencia de los dioses, que ya estaba dada, de morir de aquella pestilencia. Y pues la cosa pasaba así, parecíales mejor emplear el poco tiempo que habían de vivir en pasatiempos, placeres y vicios."
Tucídides. Historia de la Guerra del Peloponeso Libro II. Capítulo 50
Traducción de Diego Gracián de Alderete [1494-1584]


"Del aire nacen estas diferencias:
Porque si el aire de extranjero clima
De peligrosa cualidad dotado
Se muda y va viniendo hacia nosotros,
Se arrastra lentamente como nube
Altera y muda todas las regiones
De la atmósfera por donde camina:
Cuando llegó a la nuestra últimamente
La corrompe, y así se la asimila
Y nos la hace contraria: se derrama
Este nuevo contagio y pestilencia
Al punto por las aguas, y se pega
A las mieses y humanos alimentos
Y a la comida pastos de ganados;
O se queda colgado algunas veces
Su contagio en el aire, y no podemos
Respirar este fluido mezclado
Sin sorber su infección al mismo tiempo."
Lucrecio. De rerum natura. vv. 1650-1665
Traducción española: el abate Marchena
Peste à Rome. Jules-Élie Delaunay. Óleo sobre tabla.